martes, 24 de abril de 2012

Islandia:Otro Sistema es posible. El ejemplo a seguir por España, Europa y el Mundo ¿O quizá los españoles somos más "COMODOS Y CONFORMISTAS"?


 Islandia consiguió acabar con un gobierno corrupto y parásito. Encerró a los responsables de la crisis financiera en la cárcel. Empezó a redactar una nueva Constitución hecha por ellos y para ellos. Y hoy, gracias a la movilización, es el país más próspero de un occidente sometido a una tenaz crisis de la deuda. 

 Es la ciudadanía islandesa, cuya revuelta en 2008 fue silenciada en Europa por temor a que muchos tomaran nota. Pero lo lograron, gracias a la fuerza de toda una nación, lo que empezó siendo crisis se convirtió en oportunidad. Una oportunidad que los movimientos altermundistas han observado con atención y lo han puesto como modelo realista a seguir.
  
 Consideramos que la historia de Islandia es una de las más buenas noticias de los tiempos que corren. Sobre todo después de saber que según las previsiones de la Comisión Europea, este país del norte atlántico, cerró el 2011 con un crecimiento del 2,1% y que en 2012, este crecimiento está del 3,5%, una cifra que supera el triple que la de los países de la zona euro. La tendencia al crecimiento aumentará incluso en 2013, cuando está previsto que alcance el 4,7%. Los analistas aseguran que la economía islandesa sigue mostrando síntomas de desequilibrio. Y que la incertidumbre sigue presente en los mercados. Sin embargo, ha vuelto a generar empleo y la deuda pública ha ido disminuyendo de forma palpable.
  
 Este pequeño país del periférico ártico rechazó rescatar a los bancos. Los dejó caer y aplicó la justicia sobre quienes habían provocado ciertos descalabros y desmanes financieros. Los matices de la historia islandesa de los últimos años son múltiples. A pesar de trascender parte de los resultados que todo el movimiento social ha conseguido, poco se ha hablado del esfuerzo que este pueblo ha realizado. Del límite que alcanzaron con la crisis y de las múltiples batallas que todavía están por resolver.
  
 Sin embargo, lo que es digno de mención es la historia que habla de un pueblo capaz de comenzar a escribir su propio futuro, sin quedar a merced de lo que se decida en despachos alejados de la realidad ciudadana. Y aunque sigan existiendo agujeros por llenar y oscuros por iluminar.
La revuelta islandesa no ha causado otras víctimas que los políticos y los hombres de finanzas. No ha vertido ninguna gota de sangre. No ha sido tan llamativa como las de la Primavera Árabe. Ni siquiera ha tenido rastro de mediática, pues los medios han pasado por encima de puntillas. Sin embargo, ha conseguido sus objetivos de forma limpia y ejemplar.

 Hoy por hoy, su caso bien puede ser el camino ilustrativo de los indignados españoles, de los movimientos de Occupy Wall Street y de quienes exigen justicia social y justicia económica en todo el mundo.

  Ayer 23 de abril de 2012, el exprimer ministro islandés, Geir Haarde, fué declarado inocente en tres de los cuatro cargos que se le imputaban por su presunta responsabilidad en el colapso financiero de 2008. La justicia sí ha encontrado culpable al exjefe de Gobierno de violar su obligación de convocar reuniones con los ministros para analizar la grave situación a la que se enfrentaba el país en esos momentos. Se pone así fin al que ha sido el único proceso abierto en el mundo contra un político por su presunta implicación en la crisis económica. Geir Haarde había negado todos los cargos y calificado de "farsa" el proceso.

 Los deseos de Hordur Torfason no se han hecho realidad. El activista, de 66 años, y uno de los líderes del movimiento de protesta ante la crisis declaró a Reuters: "Espero que le metan en la cárcel porque lo necesitamos. Ya se le había advertido desde hace años de lo que iba a pasar pero no ha hecho absolutamente nada".

 Torfason, cuyas acciones contribuyeron a la salida del poder del Gobierno de centro-derecha de Haarde en febrero de 2009, esperaba que el veredicto sirviera de catarsis para el país, tras las mayores protestas y caceroladas que se recuerdan en Islandia desde la II Guerra Mundial.

 "Estamos intentando que nos expliquen qué sucedió, qué salió mal. Y si es declarado inocente, entonces es que el proceso solo ha sido un espectáculo", añadió Torfason. Sus temores se han confirmado.
El ex primer ministro podría haber sido condenado hasta a dos años de cárcel si se le hubiera encontrado culpable.


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